Corre sonido, corre cámara y... ¡Corre Kate!
Hace tres días se estrenó una serie original de Netflix: Ingobernable.
No voy a hacer una reseña. No les voy a contar sobre sus aciertos y sus errores, ni siquiera voy a hacer un paralelismo con la política mexicana. ¿Por qué? Porque no la voy a ver.
Hace ya varios años tomé la decisión de no ver nunca una serie en la que los cárteles, los narcotraficantes, los asesinos, o cualquier miembro del crimen organizado, ya sea extranjero o nacional, aparezcan como protagonistas. Esto es por una razón muy simple: a la hora de construir un guion, hay protagonistas y antagonistas. El protagonista es el bueno y el antagonista el malo...¿¡QUÉ!? Sí, en estas series los buenos son los narcotraficantes. No es una postura moralina ni mucho menos, simplemente creo que hay realidades con las que no se puede empatizar.
Y sí, se llega a empatizar con los narcotraficantes. Incluso las nuevas generaciones han llegado a verlos como héroes gracias a series como El Señor de los Cielos. ¿Por qué, si estoy tan en desacuerdo con hacer héroes a los criminales, haría heroína a la cómplice de uno? Porque eso es Kate del Castillo, y creo indispensable que no se nos olvide. La señora Kate del Castillo es nada más y nada menos que la cómplice de uno de los hombres más peligrosos del mundo, asesino de tanta y tanta gente, directa e indirectamente. Esa mujer debería estar en la cárcel, no recibiendo millones porque la esté viendo todo mexicano que llega de trabajar y prende su tele.
Epigmenio Ibarra afirma que había apalabrado el papel de la primera dama de México con Kate mucho antes de que "pasara lo que pasó", pero resulta también que no pudieron grabar en México porque la señora no puede entrar. ¿No podía entonces buscar a alguien que no tuviera problemas con la ley? Si el argumento de la serie es una mujer que trata de limpiar su nombre, ¿porqué no buscan a alguien que sí tenga su nombre limpio? Porque no, no se vale hacerse la víctima por un crimen que sí se cometió. Tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata.
Y ahora resulta que todo México estará viendo a una criminal jugando a la heroína. Cuando hay historias reales mucho más interesantes que deberíamos estar viendo todas las noches desde nuestro sillón, y fuera de él, solo que no nos las televisan (¿cómo va la investigación de Duarte?).
Ya si no nos indignamos por la burla que representa Ingobernable para todo el pueblo mexicano, es que no nos indignamos por nada.